viernes, 13 de abril de 2012

Madame Bovary / Gustave Flaubert


-Se deslizó entre los meandros lamartinianos, escuchó en espíritu el sonido de las arpas en los lagos, todos los cantos de los cisnes moribundos, todas las caídas de las hojas, los cánticos de las puras vírgenes ascendiendo al cielo, y la voz del eterno retumbando en los valles (…)


El corazón de Emma latió con fuerza cuando se vio con su caballero, que la tenia cogida con la punta de los dedos, en medio del salón aguardando la señal de la orquesta para avanzar. Pero de pronto desapareció en ella la emoción y, balanceándose al ritmo de la orquesta, adelantándose con pequeñas ondulaciones de cuello, dibujándose en sus labios una sonrisa (…)


-(…) entonces no se piensa en nada, y van transcurriendo las horas. Sin moverse, uno se pasea por los países que cree ver, y el pensamiento, arrebatado por la ficción, goza en los detalles, sigue el hilo de la aventuras, se identifica con los personajes; hasta parecer que es uno mismo el que palpita entre sus trajes.



-“El mundo es cruel Emma. Nos hubieran perseguido donde quiera que hubiésemos ido, hubieses tenido que sufrir preguntas indiscretas, calumnias, desdenes, ultrajes quizás. ¡Tú ultrajada! ¡ho! Y yo que quisiera verte sentada en un trono!, tú! Cuyo recuerdo llevo como un talismán!. Porque me castigo a mí mismo, por medio del destierro, por todo el daño que te he causado. Parto, ¿Dónde?, no lo sé. Estoy enloquecido! Adiós! Se siempre buena!. Conserva el recuerdo de este desgraciado que te ha perdido. Enseña mi nombre a tu hija, para que lo repita en sus oraciones”    -Rodolphe-

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