lunes, 3 de agosto de 2015

RAYUELA / JULIO CORTÁZAR



“Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts”

“(…) la hizo Pasifae la doblo, la uso como a una adolecente, la conoció y le exigió las servidumbres de la más triste puta, la magnificó a constelación, la tuvo entre los brazos oliendo a sangre, le hizo beber del semen que corre por la boca como el desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se alzó hasta la cara para untarla de si misma en esa última operación de conocimiento que solo el hombre puede dar a la mujer, la exaspero con piel y pelo y baba y quejas, la vacío hasta lo último de su fuerza magnifica, la tiró contra una almohada y una sábana y la sintió llorar de felicidad contra su cara que un nuevo cigarrillo devolvía a la noche del cuarto y del hotel.”

“(…) entonces la única posibilidad de encuentros estaba en que Horacio la matara en el amor donde ella podría conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel se enfrentaban iguales y desnudos y allí podría consumarse la resurrección del fénix después que él la hubiera estrangulado deliciosamente, dejándole caer un hilo de baba en la boca abierta, mirándola extático como si empezara a reconocerla, a hacerla de verdad suya, a traerla de su lado.”

“-Esa luz es tan usted, algo que viene y va, que se mueve todo el tiempo.-”

“(…) al fin y al cabo de esos viejos discos, de los shows boats, y de las noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres  más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejerías, su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues, para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasismo, hoy y jazz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la estúpida música animal de baile, la polka, el vals, la zamba, una música que permitía reconocerse y estimarse en Copenhague como en Mendoza o en Ciudad del Cabo, que acerca a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse menos solos rodeados de jefes de oficinas, familia, y amores infinitamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos (…)”

“Si, ¿pero qué orden puede ser ese que no parezca el más nefasto, el más terrible, el más insanable de los desórdenes? El orden de los Dioses se llama ciclón o leucemia, el orden del poeta se llama antimateria, espacio duro, flores de labios temblorosos, realmente qué sbornia tengo, madre mía, hay que irse a la cama enseguida.”

“-Ándate, Horacio, va a ser lo mejor.
-Probablemente. Fíjate, de todas maneras, que si me voy ahora cometo algo que se parece casi al heroísmo, es decir que te dejo sola, sin plata y con un hijo enfermo.”

“-Nunca me explicaste bien qué andabas buscando por el Quai de Jemmapes.
-Oh, no buscaba nada.
-Tenías una moneda en la mano.
-Me la encontré en el cordón de la vereda. Brillaba tanto.”

“Es triste llegar a un momento de la vida en que es más fácil abrir un libro en la página 96 y dialogar con su autor(…)”

“(…) digamos que todo se acabó y que yo ando por ahí vagando, dando vueltas, buscando el norte, el sur, si es que lo busco. Si es que lo busco. Pero si no lo buscara, ¿qué es esto? Oh mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás.”

“Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en si, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grande los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos(…)”

“-Tiene un gato y muchísimos libros. Una vez subí a llevarle un paquete de parte de la portera, y me hizo entrar. Habían libros por todas partes. Esto lo tenía que pasar, los escritores son distraídos.”

“-Una artista como usted conocerá de sobra la comprensión y el snobismo del público. En el fondo yo sé que usted toca para usted misma.”

“-Hay ausencias que representan un verdadero triunfo- articuló increíblemente Oliveira.”

“Ahora empezara a reprochárselo, a desmontarlo poco a poco hasta que no quedará más de lo de siempre, un agujero donde soplaba el tiempo, un continuo impreciso sin bordes definidos “No hagamos literatura”, pensó buscando un cigarrillo después de secarse un poco las manos con el calor de os bolsillos del pantalón.”

“-Pobre amor el que de pensamiento se alimenta- citó Ossip.”

“-Con lo que ha pasado ya estamos metidos hasta las orejas- dejo Oliveira-. Especialmente ustedes dos, yo siempre puedo probar que legué demasiado tarde. Madre deja morir infante mientras atiende amante sobre alfombra.”

“Il faut tenter de vivre, ¿pourquoi?”

“En realidad nosotros somos como las comedias cuando uno llega al teatro en el segundo acto. Todo es muy bonito pero no se entiende nada. Los actores hablan y actúan no se sabe por qué, a causa de qué. Proyectamos en ellos nuestra propia ignorancia, y nos parecen unos locos que entran y salen muy decididos. Ya lo Shakespeare, por lo demás, y si no lo dijo era su deber decirlo.”

“-Sin lenguaje no hay hombre. Sin historia no hay hombre.
-Sin crimen no hay asesino. Nada te prueba que el hombre no hubiera podido ser diferente.”

“-¿Qué punto de comparación tenés  para creer que nos ha ido bien? ¿Por qué hemos tenido que inventar el Edén, vivir sumidos en la nostalgia del  paraíso perdido, fabricar utopías, proponernos un futuro? Si una lombriz pudiera pensar, pensaría que no le ha ido tan mal. El hombre se agarra de la ciencia como de eso que llaman un áncora de salvación y que jamás he sabido bien lo que es. La razón segrega a través el lenguaje una arquitectura satisfactoria, como la preciosa, rítmica composición de los cuadros renacentista, y nos planta en el centro.”


“-Y esas crisis que la mayoría de las personas consideran como escandalosas, como absurdas, yo personalmente tengo la impresión de que sirven para demostrar el verdadero absurdo, el de un mundo ordenado y en calma, con una pieza donde diversos tipos toman café a las dos de la mañana, sin que realmente nada de eso tenga el menor sentido como no sea hedónico, lo bien que estamos al lado de esta estufita que tira tan meritoriamente. Los milagros nunca han parecido absurdos; absurdo es lo que los precede y los sigue.”

“-Me dan ganas de romperte la cara- dijo Oliveira, cebando el mate.
-¿Qué culpa tengo yo?
-No es por una cuestión de culpa, che. Sos  dostoievskianamente asqueroso y simpático a la vez, una especie de lame culos metafísico. Cuando te sonreís así uno comprende que no hay nada que hacer.”

“¿Para qué nos vamos a engañar? No se puede vivir cerca de un titiritero de sombras, de un domador de polillas. No se puede aceptar a un tipo que pasa el día dibujando con los anillos tornasolados que hace el petróleo en el agua del Sena. Yo, con mis candados y mis llaves de aire, yo que escribo con humo. Te ahorro la réplica porque lo veo venir: No hay sustancias más letales que esas que se cuelan por cualquier parte, que se respiran sin saberlo, en las palabras, en el amor, o en la amistad. Ya va siendo tiempo de que me dejen solo, solito y solo. Admitirás que no me ando colgando de los levitores. Rajá, hijo de Bosnia. La próxima vez que me encontrés en la calle no me reconozcas.”

“Et tous nos amours”

“-¿Se matan así los locos?
-No, vieja, pero de cuando en cuando se tiran el lance. Lo mismo que los cuerdos, si me permitís la mala comparación.”

“-Dime por qué te levantaste, fuiste a la ventana y suspiraste.
-No me tiré.
-Idiota.”

“Tendría que repasar algunas cosas, el tiempo y su esmeril suavecito.”

“(…) es incapaz de perseverar, no tiene el menor sentido de las distancias, el tiempo se le hace triza en las manos, anda a tropezones con el mundo.”

“Anda a saber si no sos vos la que esta noche me escupe tanta lastima, Anda a saber si en el fondo no hay que llorar de amor hasta llenar cuatro o cinco palanganas. O que te las lloren, como te las están llorando.”


“-Todo se deshace cuando lo agarrás, hasta cuando lo mirás- dijo Pola-. Sos  como un ácido terrible, te tengo miedo.
-Haces demasiado caso de unas metáforas.
-No es solamente que lo digas, es una manera de… No sé, como un embudo. A veces me parece que me voy a ir resbalando entre tus brazos y que me voy a caer en un pozo. Es peor que soñar que uno se cae en el vacío.”


“En un plano de hechos cotidianos, la actitud de mi conformista se traduce por su rechazo a todo lo que huele a idea recibida, a tradición, a estructura gregaria basada en el miedo y en las ventajas falsamente reciprocas. Podría ser Robinson sin el mayor esfuerzo. No es  misántropo, pero solo acepta de hombres y mujeres la parte que no ha sido plastificada por la superestructura social; él mismo tiene medio cuerpo metido en el molde y lo sabe, pero ese saber es activo y no la resignación del que marca el paso. Con su mano libre se abofetea la cara gran parte del día, y en los momentos libres abofetea a los demás, que se lo retribuyen por triplicado. Ocupa así sus líos monstruosos que abarcan amantes, amigos, acreedores y funcionarios, y en los pocos ratos que le quedan libres hace de su libertad un uso que asombra a los demás y que acaba siempre en pequeñas catástrofes irrisorias, a la medida de él y de sus ambiciones realizables; otra libertad más secreta y evasiva lo trabaja, pero solamente él (y eso apenas) podría dar cuenta de sus juegos.”


“(…) como siempre, le atraían las manos de las mujeres, sentía la necesidad de tocarlas, de pasar sus dedos por cada falange, explorar con un movimiento como de kinesiólogo japonés la ruta imperceptible de las venas, enterarse de la condición de las uñas, sospechar quirománticamente líneas nefastas y montes propicios, oir el fragor de la luna apoyando contra su oreja la palma de una pequeña mano un poco húmeda por el amor o por una taza de té.”

“(…) de pronto un nuevo mar, un diferente oleaje lo arrancaba del automatismo, lo confrontaba, parecía denunciar oscuramente su soledad enredada de simulacros. Encanto y desencanto de pasar de una boca a otra, de buscar con los ojos cerrados un cuello donde la mano ha dormido recogida, y siente que la curva es diferente, una base más espesa, un tendón que se crispa brevemente con el esfuerzo de incorporarse para besar o morder. Cada momento de su cuerpo frente a un desencuentro delicioso, tener que alargarse un poco más, o bajar la cabeza para encontrar la boca que antes estaba ahí tan cerca, acariciar una cadera más ceñida, incitar a una réplica y no encontrarla, insistir, distraído, hasta darse cuenta de que todo hay que inventarlo otra vez, que el código no ha sido instituido, que las claves y las cifras van a nacer de nuevo, serán diferentes, responderán a otra cosa. El peso, el olor, el tono de una risa o de una súplica, los tiempos y las precipitaciones, nada coincide siendo igual, todo nace de nuevo siendo inmortal, el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora, los senos cantan de otro modo, la boca besa más profundamente o como de lejos, y en un momento donde antes había como cólera y angustia es ahora el juego puro, el retozo increíble, o al revés,  a la hora en que antes se caía del sueño, el balbuceo de dulces cosas tontas, ahora hay una tensión, algo incomunicado pero presente que exige incorporarse, algo como una rabia insaciable. Solo el placer en su aletazo último es el mismo; antes y después el mundo se ha hecho pedazos y hay que nombrarlo de nuevo, dedo por dedo, labio por labio, sombra por sombra.”

“La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que están ahí al alcance del salto que no damos.
La vida, un ballet sobre un tema histórico, una historia sobre un hecho vivido, un hecho vivido sobre un hecho real.
La vida, fotografía del número, posesión en las tinieblas (¿Mujer o monstruo?), la vida, proxeneta de la muerte, esplendida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario.”


“La música pierde melodía, la pintura pierde anécdota, la novela pierde descripción.”


“Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y en segunda acepciòn... Aquí olés a sardónica. Aquí a crisoprasio. Aquí, esperá un poco, aquí es como perejil pero apenas, un pedacito perdido en una piel de gamuza. Aquí empezas a oler a vos mismas. Qué raro, verdad, que una mujer no pueda oler como la huele el hombre. Aquí exactamente. No te muevas, dejame. Olés a jale real, a miel en un pote de tabaco, a algas aunque sea tòpico decirlo. Hay tantas algas, la Maga olía a algas frescas, arrancadas al último vaivèn del mar. A la ola misma. Ciertos dìas el olor a algas se mezclaba con una cedencia más espesa, entonces yo tenía que apelar a la perversidad - pero era una perversidad palatina, entendé, un lujo de bulgaròctono, de senestal rodeado de obediencia nocturna-, para acercar los labios a los suyos, tocar con la lengua esa ligera llama rosa que titilaba rodeada de sombra, y después, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos, la tendía un poco de lado y la respiraba interminablemente, sintiendo cómo su mano, sin que yo se lo pidiera, empezaba a desgajarme de mí mismo como la llama empieza a arrancar sus topacios de un papel de diario arrugado. Entonces cesaban los perfumes, maravillosamente cesaban y todo era sabor, mordedura, jugos esenciales que corrían por la boca, la caída en esa sombra, the primeval darkness, el cubo de la rueda de los orígenes. Sí, en el instante de la animalidad más agachada, más cerca de la excreción y sus aparatos indescriptibles, ahí se dibujaban las figuras iniciales y finales, ahí en la caverna viscosa de tus alivios cotidianos está temblando Aldebarán, saltan los genes y las constelaciones, todo se resume alfa y omega, coquille, cunt, concha, con, coño, milenio, Armagedón, terramicina, oh cállate, no empecés allá arriba tus apariencias despreciables, tus fáciles espejos. Que silencio tu piel, qué abismos donde ruedan dados de esmeralda, cínifes y fenices y cráteres...”






Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.”