“O quizás sí. Es difícil saberlo. Uno no puede andar
analizándolo todo ni menos expresando lo que siente, porque no hay onda más
mala que decir –bueno, tú sabes que te amo-, y que ella te diga –sí, yo te
quiero mucho, pero como amigo-.”
“Esta sensación la conoces bien. Te ha acompañado tantos
años como los que tienes, ¿no? Siempre está ahí, nunca desaparece del todo,
busca el momento preciso para reaparecer y hacerte recordar que sí, que es
verdad, que no eres igual al resto. Eres peor. Aunque, si hicieras una
encuesta, probablemente el resultado sería lo contrario. Tú mismo dirías que
estas sobre la media, la Flora Montenegro y la Luisa siempre te lo recalcan,
pero es tu secreto. Es una cuestión de desigualdad, de no saber amoldarse, de
ser distinto, nada más ¿Quién sabe? Pero da lo mismo: igual duele, igual
incomoda, igual te aleja de todos, igual alejas a todos.”
“-Ándate a la mierda.
-Ya me fui. Qué rato.”
“-¿Tan mal estas?
-Mal no. Solo. ¿Entiendes? Me siento… me siento aburrido.
Solo. Como que no pasa nada. No me pasa nada. Solo huevadas deprimentes. O
apestosas.
-¿Aislado?
-Algo así.”
“-¿Quieres huevos o panqueques?
-Nada. Todo me da asco. Quizás un té. Pero con limón.
-Me hacen hacer panqueques los muy conchudos y después no se
los comen. Tu padre dice que está a dieta.
-Carmen, es domingo. Cállate. Reza o algo. Seguro tienes
algo que pedir.
-Lo que yo quiero no se lo puedo pedir a Dios.
-A Dios se le puede pedir lo que sea. Total, nunca responde.
-La gente como tú se va al infierno.
-No, Carmen, nos vamos al cielo. Después del infierno, si
uno lo aguanta, se va al cielo. Directo.”
“Un par de dilemas, serios traumas, decisiones que tomar.
¿Qué hacer? ¿Virarse? ¿Mandar todo a la cresta?
¿Escapar?
¿Qué pasaría? ¿Pasaría algo? Imagínate. Piénsalo un poco,
pongamos las cosas en la balanza. ¿Qué pasaría? ¿Qué?
Y si te fueras, por ejemplo, si te marchas sin mirar a
atrás, asumiendo la soledad, sabiendo que puede ser un error, un grave error,
pero igual te sentirías bien ¿Lo harías? Perderías la seguridad pero, ¿Qué
significa estar seguro? ¿Alguien lo está? ¿Podrías admitir, sin hacer trampas,
que realmente estás seguro?
Hay preguntas que es mejor dejar sin responder, ¿No?”
“Me meto al baño, me ducho y mientras observo como la espuma
del champú cae a mis pies y desaparece en el desagüe, me viene un ataque de
llanto compulsivo que el ruido del agua caliente ahoga. El agua cae furiosa, en
hilillos precisos y cortantes sobre mi piel, a la que ya le da lo mismo, siento
frío igual. Las lágrimas y berridos espasmódicos, frenéticos, cesan una vez que
cierro ambas llaves. Respiro hondo. Con la mano limpio el vaho en el espejo: Mi
cara arde roja y congestionada sobre el resto de mi cuerpo pálido y mojado,
absolutamente débil. Vergonzoso.”
“-¿Cómo está todo?- me pregunta mi padre que, se nota, se
acercó porque desde aquí hay mejor vista hacia el rincón donde está mi madre.
-Los pacos están apaleando a los del NO.
-Te pregunto por aquí. ¿Cómo está todo aquí?
-Como lo ves. ¿Te sirvo otro?
-Bueno.”