viernes, 18 de mayo de 2012

Sé que mi padre decía / Willy Uribe


“Me olvidé de él y mis vista volvió a las piedras. La mayoría eran grises o negras, pero frente a mí, a apenas veinte pasos, el lomo pardo de una piedra de menor tamaño marcaba la diferencia. Baje a la playa por una pequeña escalera y me acerqué a ella. ¿Quién sabe? Tal vez fuese una piedra de camino a otro lugar. Me coloqué a su lado y me puse en cunclillas. Aunque era de mi tamaño no teníamos nada más en común; ella era feliz y creía que vivía en paz, pero no era libre, y en cuanto a mi, esos conceptos me importaban un carajo. Acaricie su lomo pulido como un mármol. Puede que con paciencia llegara a ser una buena compañera de fatigas. Cerré los ojos para imaginar cómo sería nuestra vida en común.  Acabaría mi trabajo y luego volvería a esta playa junto a mi piedra parda y lisa como una teta. Me convertiría en una piedra de quinientos kilos que nadie pudiese coger, arrojar, contemplar, admirar o destruir. Sentiría el calor, el frio extremo y no le daría importancia. Una piedra que no tendrá ante sí otra opción, idea o ambición  que la de permanecer en su cala. No escuchará, no observará, no prestará atención, no desviara s atención de los fondos pardos de sus parpados de piedra.”

“-podemos Irene? Te ayudo en esta, y se acabó. Y ahora bájame esos putos papeles. No quiero subir a ningún piso.
-Pero yo necesito que subas a ese piso, que entres a esa habitación y me folles. Y todo eso sin abrir la boca más que para correrte.”


“-No hay peor persona que la que huye de la casa de su padre y le traiciona, así está mejor. Y eso no es exclusivo de los vascos, es algo universal, está en la genética de todas las razas- dijo.
La genética, la raza, los espermatozoides nobles, sano y huérfano que taladra a una ameba anónima recién llegada del más allá. Soy un virus fatal y despreciable que vaga sobre un plasma divino y noble.”

miércoles, 2 de mayo de 2012

La ladrona de Libros / Markus Zusak


“Primero los colores
Luego los humanos
Así es como acostumbro a ver las cosas
O, al menos, así intento verlas.
Un pequeño detalle: Morirás”



“Las marcas rojas fueron escuchándose, avanzando por la piel, mientras estaba tendida en el suelo entre el polvo y la sociedad bajo la luz tenue. Recuperó la respiración y una amarillenta lágrima solitaria le rodó por la cara. Sentía su propio peso contra el suelo. Un brazo, una rodilla, un codo. Una mejilla. Un gemelo.                   El suelo estaba frio, sobre todo lo notaba en a cara, pero era incapaz de moverse. Jamás volvería a ver a su madre.
Se quedo bajo la mesa de la cocina casi una hora, hasta que el padre llegó a casa y se puedo a tocar el acordeón, entonces Liesel se levantó y comenzó a recuperarse. “



“Las llamas anaranjadas saludaban a la multitud mientras  el papel y las letras impresas se consumían en su interior. Palabras en llamas arrancadas de sus frases.
Al otro lado, más allá del calor bochornoso, las camisas pardas y las esvásticas se daban la mano. No había gente, solo uniformes e insignias.
Los pájaros volaban en círculo.”


“Era mágico, era hermoso, era como si todo estuviera iluminado por deslumbrantes rayos de luz reflejados por una lámpara de araña. Se vio tentada a sacar algún libro de su lugar, pero no se atrevió a molestaros.
Eran demasiado perfectos.”



“Visita guiada al sufrimiento: A su izquierda, tal vez a su derecha, incluso puede que al frente, hay una pequeña habitación oscura. Allí espera sentado un judío.
Apesta
Está famélico
Está asustado
Por favor, intenta no apartar la vista”




“El único problema fue que poco después encontrarían los trocitos de Erik Vandenburg esparcidos, por una verde colina. Me eché su alma al hombro junto con las demás y nos marchamos de allí tranquilamente. El horizonte tenía el color de la leche. Frio y fresco. Borbotaba entre los cadáveres.”


“Cuando los soldados pararon para compartir algo de comida y algunos cigarrillos, y hurgar entre los judíos, uno de los prisioneros sucumbió frente al hambre y la enfermedad. No se de dónde venía el convoy, pero estaría a unos 6kms del Molching a bastante más del campo de concentración de Dachau.”



“Me colé por el parabrisas del camión, encontré al fallecido y baje de u salto por la parte de atraz. Su alma estaba en los huesos. Su barba era una mordaza. Mis pies crujieron al aterrizar en la gravilla, aunque ni los soldados ni los prisioneros lo oyeron. Sin embargo, me olieron.”