“No hay
más arte mnemotécnica que llevar un libro de memorias en el bolsillo. Ya lo
decía mi inolvidable don Leoncio: ¡no metáis en la cabeza lo que os quepa en el
bolsillo!”
“¿Aparición
fortuita? ¿Y qué aparición no lo es?
¿Cuál
es la lógica de las apariciones? La de la sucesión de estas figuras que forman las
nubes de humo del cigarro. ¡El azar! El azar es el íntimo ritmo del mundo, el
zar es el alma de la poesía.”
“Conocer
es perdonar, dicen. No, perdonar es conocer. Primero el amor, el conocimiento
después. Pero ¿cómo no vi que me daba mate al descubierto?
Y para
amar algo, ¿qué basta? ¡Vislumbrarlo! El vislumbre; he aquí la intuición amorosa,
el vislumbre en la niebla. Luego viene el precisarse, la visión perfecta, el resolverse
la niebla en gotas de agua o en granizo, o en nieve, o en piedra. La ciencia es
una pedrea. ¡No, no, niebla, niebla! ¡Quién fuera águila para pasearse por los
senos de las nubes! Y ver al sol a través de ellas, como lumbre nebulosa
también.”
“es
ella, es la misma, es la que yo buscaba hace años, aun sin saberlo; es la que
me buscaba. Estábamos destinados uno a otro en armonía preestablecida; somos
dos mónadas complementaria una de otra. La familia es la verdadera célula
social. Y yo no soy más que una molécula. ¡Qué poética es la ciencia, Dios mío!
¡Madre, madre mía, aquí tienes a tu hijo; aconséjame desde el cielo!””
“»Esta
es la revelación de la eternidad, Orfeo, de la terrible eternidad.
Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se
le revela el abismo pavoroso de la eternidad. La eternidad no es porvenir.
Cuando morimos nos da la muerte media vuelta en nuestra órbita y emprendemos la
marcha hacia atrás, hacia el pasado, hacia lo que fue. Y así, sin término,
devanando la madeja de nuestro destino, deshaciendo todo el infinito que en una
eternidad nos ha hecho, caminando a la nada, sin llegar nunca a ella, pues que
ella nunca fue.”
“La he
estado mintiendo y he estado mintiéndome. ¡Siempre es así! Todo es fantasía y
no hay más que fantasía. El hombre en cuanto habla miente, y en cuanto se habla
a sí mismo, es decir, en cuanto piensa sabiendo que piensa, se miente. No hay
más verdad que la vida fisiológica. La palabra, este producto social, se ha
hecho para mentir. Le he oído a nuestro filósofo que la verdad es, como la
palabra, un producto social, lo que creen todos, y creyéndolo se entienden. Lo
que es producto social es la mentira...”
“¿Estaré
bien de la cabeza?», iba pensando Augusto. ¿No será acaso que mientras yo creo
ir formalmente por la calle, como las personas normales ––¿y qué es una persona
normal?––, vaya haciendo gestos, contorsiones y pantomimas, y que la gente que
yo creo pasa sin mirarme o que me mira indiferentemente no sea así, sino que
están todos fijos en mí y riéndose o compadeciéndome...? Y esta ocurrencia, ¿no
es acaso locura? ¿Estaré de veras loco? Y en último caso, aunque lo esté, ¿qué?
Un hombre de corazón, sensible, bueno, si no se vuelve loco es por ser un
perfecto majadero. El que no está loco es o tonto o pillo. Lo que no quiere
decir, claro está, que los pillos y los tontos no enloquezcan”
“Mi
alma vagaba lejos de mi cuerpo en las brumas perdidas de la idea, perdida allá
en las notas de la música”
que
según dicen cantan las esferas;
y yacía
mi cuerpo solitario
sin
alma y triste errando por la tierra.
Nacidos
para arar juntos la vida
no
vivían; porque él era materia
tan
sólo y ella nada más que espíritu
buscando
completarse, ¡dulce Eugenia!
Mas
brotaron tus ojos como fuentes
de viva
luz encima de mi senda
y
prendieron a mi alma y la trajeron
del
vago cielo a la dudosa tierra,
metiéronla
en mi cuerpo, y desde entonces
¡y sólo
desde entonces vivo, Eugenia!
Son tus
ojos cual clavos encendidos
que mi
cuerpo a mi espíritu sujetan,
que
hacen que sueñe en mi febril la sangre
y que
en carne convierten mis ideas.
¡Si esa
luz de mi vida se apagara,
desuncidos
espíritu y materia,
perderíame
en brumas celestiales
y del profundo en la voraz
tiniebla!”
“se le
desencadenó en el alma la tempestad que parecía calma. Le invadió un
sentimiento en que se daban confundidos tristeza, amarga tristeza, celos,
rabia, miedo, odio, amor, compasión, desprecio, y sobre todo vergüenza, una
enorme vergüenza, y la terrible conciencia del ridículo en que quedaba.”
“Matar
por matar es un desatino. A lo sumo para librarse del odio, que no hace sino
corromper el alma. Porque más de un rencoroso se curó del rencor y sintió
piedad, y hasta amor a su víctima, una vez que satisfizo su odio en ella. El
acto malo libera del mal sentimiento. Y es porque la ley hace el pecado.”
Audiolibro de 'Niebla', de Unamuno:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=fwydVJybyP0
Espero que os ayude a leer (o releer el libro)