“-Tu siempre dices lo mismo: Los libros tienen que pesar
porque el mundo entero está encerrado en ellos-“
“-¿Qué significa esto Elinor?- Murmuró cuando subió de nuevo
al coche-. ¿Desde cuándo añoras la compañía de otros seres humanos? Lo cierto
es que va siendo hora de que regreses al hogar antes de que te vuelvas más rara
de lo que ya eres.”
“Tenía razón. El mundo era terrible, cruel, despiadado,
ominoso como un mal sueño. No era un buen lugar para vivir. Los libros eran el único
sitio en el que había hallado compasión, consuelo, felicidad… y amor. Los
libros amaban a todo aquel que los abría, dispensaban recogimiento y amistad
sin exigir nada a cambio, nunca se marchaban, nunca, aunque los trataras mal. Amor, verdad, belleza, sabiduría consuelo ante la muerte. ¿Quién lo había
dicho? Algún otro fanático de los libros cuyo nombre no podía recordar, pero sí
sus palabras. Las palabras son inmortales… salve que legue alguien y las queme”
“Suelen decir los libros que el odio es cálido al tacto”
“En los libros –escribió- , hallo hallo a los muertos como
si estuvieran vivos; en los libros preveo las cosas que sucederán; en los
libros se ponen en marcha asuntos de guerra; en los libros surgen las leyes de
la paz. Todas las cosas se corrompen y decaen con el tiempo, Saturno no deja de
devorar a los hijos que engendra: Toda la gloria del mundo quedaría enterrada
en el olvido si Dios no hubiera
proporcionado a los mortales el remedio de los libros (Richard de Bury, citado
por Alberto Manguel)
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