-Pero estas son penas pasadas, y ahora me estoy riendo de mi
misma tanto como de Alberto. ¿y qué puedo hacer sino reír cuando advierto el espectáculo
que ofrezco, el de una anciana de sesenta y dos años, perpetuamente irritada
por una escasa estatura y su espina dorsal encorvada y, por lo tanto, de porte
agresivamente erecto, de piel arrugada y algo picada de viruelas, pero reluciente
como una satinada manzana de invierno y con solo una sospecha de carmín en las
mejillas?
-oh, s me entiende. Cuando entré esta noche en el salón y la
vi… nunca había visto, lo juro, una piel como la suya o un cabello o unos ojos
como los suyos. La miré, y usted me miró. Yo le formulaba una pregunta, usted me contestó. Entonces, usted me había comprendido
y no mentía. Perdóneme, mi francés es insuficiente para la que quiero expresar –
No quiero oír eso!...¡ni una palabra más! ¿me comprende? ¡no quiero oírlo… en
ningún idioma!-
-
“Quizás la lectura de novelas le proporcione a
las solteronas ciertos sentimientos que les ha faltado en la vida.”
-No sé porque casi todos los hombres tienen dos vidas: la que
pueden compartir con los demás, con sus padres, sus familias, sus hijos y su esposa, la vida en que hay sitio para
las mujeres, para el amor, y otra que es toda suya; y solo está es real para
ellos, el firme núcleo y sustancia del ser de un hombre, sus pensamientos, sus
ideas, sus sueños, sus ambiciones, s yo más íntimo.
-A mis soledades voy.
De mis soledades vengo.
Porque para estar
conmigo
Me bastan mis
pensamientos.
-Hablas como satanás en la biblia… “y el diablo, llevándolo a
una alta montaña, le mostró todos los reinos del mundo en el espacio de un
momento”, dije, y no pudo contener la risa.
-Que vuele, bueno, bueno. Estoy pronta. Si es esto lo que
pueden hacerse los seres humanos, si es esto lo que se han hecho a través de
los tiempos, esto lo que se están haciendo en los campos de batalla del mundo,
esto lo que seguirán haciendo mañana y eternamente, que vuelen esto y
terminemos. Que todo este mundo maldito condenable y condenado, reviente en una
sola explosión y que Dios empiece de nuevo, siempre que no esté demasiado
asqueado.
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